La noche en que lo entendí todo (I)

"La noche en que lo entendí todo" es una exploración artística del mundo alterno del bosque.

Esta obra muestra lo fantástico, por un lado, y maravilloso, por el otro, de la misma manera como lo ha hecho la literatura latinoamericana: proyecta la realidad desde otro prisma, desde otra perspectiva en la cual lo real presenta otra cara, no siempre visible, pero siempre latente. Mi intención no es la de situar la obra en consonancia con una u otra categoría literaria. Tanto lo onírico, propio de lo fantástico, como la fe, elemento fundante de lo maravilloso (de lo real maravilloso), operan aquí como guías para recorrer los senderos de <mi> bosque en busca del aleph (aquél segmento del espacio-tiempo que contiene el "todo").

"(...) lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de “estado límite”. Para empezar, la sensación de lo maravilloso presupone una fe. Los que no creen en santos no pueden curarse con milagros de santos, ni los que no son Quijotes pueden meterse, en cuerpo, alma y bienes, en el mundo de Amadís de Gaula o Tirante el Blanco".

(Carpentier, El reino de este mundo 10).

"La noche en que lo entendí todo" no pretende alterar lo que hay. La obra muestra lo que aparece, aquello que está enraizado en la realidad, en la geografía del lugar, en su historia, en sus habitantes, y deja entrever la existencia de un orden paralelo a la realidad circundante; un orden, por demás, fantástico y maravilloso.