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Arte de la denuncia: El Shibboleth de Doris Salcedo y Las torturas en Abu Ghraib de Fernando Botero

Sin título. Carboncillo sobre papel (77 x 53,5 cms). Por Lucía Castañeda-Medina, 2016 ©

El año 2007 fue un año interesante para el arte en Colombia. Dos de sus más reconocidos artistas presentaron sus obras al mundo. Doris Salcedo y Fernando Botero hicieron de sus trabajos, obras de arte con sentido político. Y es que aunque los dos artistas en repetidas oportunidades hayan recalcado que sus obras guardan más un sentido artístico que político, aquello que éstas presentan es una exhortación a pensar en temas que nos atañan de una manera u otra a todos: en el caso de la obra de Salcedo, la diferenciación y exclusión; en el caso de Botero, la violencia y la degradación humana. En sus trabajos, el arte se hace denuncia.

***

EL SHIBBOLETH DE DORIS SALCEDO

Del 9 de octubre de 2007 al 6 de abril de 2008, las puertas del Museo Nacional Británico de Arte Moderno Tate Modern, una de las más prestigiosas instituciones de arte contemporáneo de Londres, se abrieron al público para mostrar la obra de la escultora colombiana Doris Salcedo: El Shibboleth. ("Shibboleth at Tate Modern". Foto tomada de Wikipedia).

Aunque no era la primera vez que la autora presentaba alguna de sus obras allí, el aura de misterio que rodeó el tiempo previo a la apertura de la exposición despertó el interés de los críticos de arte y del público en general. Sólo se reveló el nombre de la obra, cosa que avivó aún más el deseo por presenciar su exposición. En las páginas de los periódicos europeos y latinoamericanos quedaron registradas las "apuestas" que se hacían sobre el tema del que ésta se trataría. De acuerdo con el nombre de la obra se podría pensar —decían los expertos— que ésta sería una referencia a las brechas que generan violencia y exclusión, y que separan a los seres humanos. Nada más apropiado para describir lo que finalmente presenciaron los asistentes a la Tate Modern.

La artista, originaria de Bogotá, reconoció en el término shibboleth un ejemplo para mostrar que desde tiempos antiguos los seres humanos nos hemos valido de diversas artimañas para juzgarnos y excluirnos los unos a los otros. Según lo relata el Antiguo Testamento (Jueces 12:5-6), este término hebreo que significaba "espiga de maíz" o "arroyo inundado", fue utilizado por los habitantes de la tribu de Galaad para identificar a los de la tribu de Efraín —para quienes el sonido dialectal de la "sh" no existía— antes de ajusticiarlos. Para Salcedo, el shibboleth es símbolo de cierto "examen de pertenencia o de exclusión" que determina a cada sujeto con respecto a la sociedad. Por otra parte Salcedo, admiradora incondicional del escritor alemán Paul Celan, se valió del término en franca alusión a la memoria, el exilio y el tiempo, temas constitutivos de los poemas Shibboleth e In Eins de dicho autor (Toledo).

El shibboleth representa una de la innumerables pruebas que constantemente ponen a los sujetos a tambalear entre las orillas de la inclusión y de la exclusión. Éstas, en sí mismas, son actos de violencia. Las marcas de la violencia ejercida sobre un cuerpo (individual o colectivo) son las que Salcedo deja al descubierto con su intervención. Su obra devela las profundas heridas que nos marcan, las profundas grietas que nos separan. Su intervención muestra cómo nos resquebrajamos, cómo nos fracturamos.

Salcedo, en su condición de mujer, de colombiana, de latinoamericana, de extranjera, ha experimentado en cierta medida los rigores de la exclusión y de cierto tipo de violencia: la simbólica. Pero además de reconocer su propia fragilidad, ha sido testigo de la de otros muchos. Pese a ello, y gracias a su condición de artista, a su prestigio y a sus convicciones políticas, Salcedo ha dedicado sus obras a la denuncia de las injusticias sociales, de la violencia, y a la búsqueda de la reivindicación humana y social.



CARACTERÍSTICAS FORMALES Y ESTÉTICAS DE LA OBRA


La magnitud de la intervención artística de Salcedo en el piso la Sala de Turbinas del museo es impactante. Una grieta cincelada de aproximadamente 167 metros de largo, 30 centímetros de ancho y 70 centímetros de profundidad dejó una marca indeleble en la estructura misma de la edificación.

Según el curador de la exposición, Achim Borchardt-Hume, la sensibilidad de Salcedo con respecto al espacio arquitectónico se hizo manifiesta al lograr la armonía en la intervención del enorme espacio de la sala, al prestar atención a los detalles y trabajar de manera meticulosa en las superficies. Cada aspecto del sentido último de su obra se vió reflejado en las grietas que dividieron la sala en dos. De acuerdo con el exdirector de la Tate Modern, Vicente Todolí, la relación de la obra con el edificio fue dialéctica: "por una parte de seducción y por otra parte de herida" (Toledo).

Es así que la obra puede y debe ser leída de diferentes formas. Como crítica social: los alambres pueden verse como símbolos de las cercas de los campos de concentración, los centros de detención de inmigrantes y las fronteras. Como crítica al arte: el arte, la historia del arte y el museo han jugado, a través de la historia, un papel decisivo a la hora de definir un cierto ideal estético, un cierto ideal de belleza. Estas instancias han contribuido en gran medida a diferenciar, a excluir, a segregar.


LA OBRA DE ARTE COMO MEDIO DE DENUNCIA


"El arte tiene un poder enorme: tiene el poder de devolver al dominio de la vida,

al dominio de la humanidad, la vida que ha sido profanada".

Doris Salcedo, conferencia en la Universidad de Harvard (Toledo)


Ya muchos lo han hecho: han usado el arte como un instrumento de denuncia de los atropellos, de las atrocidades cometidas contra la humanidad por parte de la misma la humanidad. Sin embargo, en el trabajo de Salcedo hay algo nuevo, siempre hay algo nuevo. Su visión de mundo, su tiempo histórico, su locus de enunciación. "Su labor sobre determinados hechos es actual, universal, a pesar de tener una relación clara sobre la situación de Colombia". (Valcárcel)

Salcedo, considerada una de las figuras más importantes de la escultura contemporánea a nivel mundial, declaró el objetivo de su intervención en una entrevista que le concedió a la cadena BBC Mundo: "La obra lo que intenta es marcar la división profunda que existe entre la humanidad y los que no somos considerados exactamente ciudadanos o humanos, marcar que existe una diferencia profunda, literalmente sin fondo, entre estos dos mundos que jamás se tocan, que jamás se encuentran". Uno de sus propósitos es el de ayudar a transformar las experiencias privadas de las víctimas de la exclusión, de la segregación, de la violencia, en experiencias colectivas, de manera que no pierdan su dimensión social. No es su interés hacer de la violencia un espectáculo. Su cometido es el de hacer tangencial el estado latente de la misma.

Por otra parte, Salcedo advierte que aunque la mayor parte de su obra se basa en el conflicto colombiano, lo usa sólo como ejemplo porque es algo que "le puede pasar a cualquiera de nosotros, a cualquiera en el mundo". La escultora advierte que aunque el arte no tiene una capacidad redentora, éste sí tiene la habilidad de traer al campo de lo humano la vida que ha sido desacralizada y darle una cierta continuidad en la vida del espectador.

La intervención de la artista no sólo ha dejado una cicatriz indeleble en la estructura física de la Tate Modern. Más allá de ello, su trabajo artístico es una contribución del arte latinoamericano a la cultura modernista mundial.

LAS TORTURAS EN ABU GHRAIB DE FERNANDO BOTERO

El 6 de noviembre de 2007, los más prestigiosos diarios del mundo anunciaron la inauguración de la obra del artista colombiano Fernando Botero: Las torturas en Abu Ghraib. La exposición temporal fue montada nada más ni menos que en el corazón del mundo político de los Estados Unidos. En el museo de la American University de Washington, Botero presentó 78 cuadros con el fin de denunciar los abusos y torturas cometidos contra prisioneros de guerra de la cárcel de Abu Ghraib en Iraq, por parte de miembros de la Brigada 372 de la Policía Militar de los Estados Unidos, de agentes de la CIA y de contratistas involucrados en la ocupación de Iraq. ("Las torturas de Abu Ghraib (2004)". Imagen tomada de Amnistía Internacional).

El mundo se enteró de las tácticas criminales de las que el ejército de los Estados Unidos se valió para obtener información de los prisioneros durante los años 2003 y 2004, gracias al trabajo periodístico del programa 60 minutos de la CBS y a un artículo de Seymur M. Hersh publicado en la revista The New Yorker. Los informes sobre las torturas y las fotografías de personal militar estadounidense abusando de los prisioneros, le dieron al artista colombiano elementos de juicio para sumarse a las voces de protesta contra este tipo de atropellos. Botero, en las entrevistas que concedió a medios de comunicación internacionales, aseguró que el objeto de su obra fue, en primera instancia, "sacarse la rabia" ante la conducta "inaceptable" de algunos miembros del gobierno de los Estados Unidos.

La obra itinerante, que ya había sido exhibida en una galería de Nueva York y en la Universidad de California en Berkeley, llegó a Washington directamente de Milán, y permaneció allí hasta el 31 de diciembre de 2007. Luego continuó su gira por varios países de América Latina. La obra actualmente está expuesta en China.

CARACTERÍSTICAS FORMALES Y ESTÉTICAS DE LA OBRA

Los 78 cuadros que componen Las torturas en Abu Ghraib no son reconocidos por la crítica de arte como las mejores piezas logradas por el artista. Sin embargo, estos ahora hacen parte del acervo cultural de la humanidad que representa la infamia cometida por ciertos individuos contra la humanidad misma. Desde el punto de vista temático, Las torturas en Abu Ghraib hacen parte de un espacio reducido en la obra total de Botero. Las representaciones sobre la "época de la violencia" en Colombia y sobre la violencia generada por las guerrillas, por algunos agentes del Estado colombiano y por miembros del narcotráfico, no son el todo en la obra del artista. Botero se ha dedicado principalmente a plasmar en sus obras pictóricas y escultóricas diversos aspectos de la realidad y de la cultura (especialmente de la colombiana). El bodegón, el desnudo, la pintura de historia (y su subgénero, la religiosa), las vanidades y costumbres, el retrato, el paisaje y las escenas de género son los temas que habitualmente aborda el artista. Por esto, y en gran medida, la serie expuesta en la American University, tiene una especial connotación. En ella, Botero cambia los detalles y la crítica sutil a la sociedad, propia de su estilo artístico, por imágenes explícitas con exagerada expresividad, volviendo así a los comienzos de su carrera cuando hacía uso de colores más oscuros con intensos contrastes y contornos más definidos.

La constante en las obras de Botero es la presencia de figuras de gran volumen insertas en espacios pequeños, cosa que contribuye a que parezcan aún más grandes. Según el pintor, las deformaciones de las mismas son producto de la "voluntad estética" del artista, sin que en ello intervengan sus preferencias personales u opiniones. Así, una vez más se hace clara la importancia de la serie en el contexto general de su obra: en esta serie, la opinión crítica de Botero sobre las torturas en la prisión de Abu Ghraib determina la obra misma.

LA OBRA DE ARTE COMO MEDIO DE DENUNCIA

En una rueda de prensa que el artista colombiano concedió durante los días de la exposición en Washington, aseguró que creó la serie de cuadros en el año 2005 "para que el público la [mirara]", en especial el público con conciencia política. Y aunque dijo no querer inmiscuirse en problemas políticos porque, a su juicio, todo artista "debe mantenerse fiel a las ideas de la estética", reconoció querer expresar su indignación al enterarse de las torturas cometidas en Abu Ghraib. Una vez terminada su obra, "la rabia como que desapareció porque ya había dicho lo que tenía que decir", explicó.

La obra, Las torturas en Abu Ghraib, está pensada desde la perspectiva de las víctimas. Botero muestra los vejámenes a que fueron sometidos los prisioneros. Muchos de ellos fueron despojados de sus ropas; otros fueron maniatados y encapuchados. También fueron apilados como cosas, colgados de sus pies y aterrorizados con perros. Los cuadros denuncian estos y otros tipos de violencia. En ellos, sin embargo, el torturador está ausente. Solo aparece en el "tríptico Abu Ghraib".

Presionado por los periodistas sobre la idea del arte como instrumento político, dado que Botero había dicho en el pasado que el arte podía ser un acto de denuncia, el artista declaró que "todo esto se [corregiría] en 12, 14 meses". Botero se refería a las elecciones presidenciales en los Estados Unidos a finales de 2008, en las que el presidente George W. Bush no podría volver a presentarse.

La exposición de Botero agitó el debate mundial en torno, no solo a la tortura, sino a la injerencia de los Estados Unidos y otras potencias políticas, militares y económicas del mundo en los asuntos internos de otros países. Botero ha señalado que, aunque en los Estados Unidos existe libertad de expresión, la galería Marlborough de Nueva York, lugar en donde se presentó por primera vez su muestra, "recibió muchas llamadas de repulsa, de odio". Según expertos en el tema, la obra de Botero, en manos de un artista de menor nivel, habría sido visto como traidor por parte del gobierno estadounidense, en el marco de su lucha global contra el terrorismo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Pero Botero, valiéndose de su prestigio, fue capaz de hacer de su arte un medio de denuncia. Las torturas en Abu Ghraib fue una de las tres exposiciones que conformaron el llamado "Arte de Confrontación", en el que el Museo de Arte de la American University presentó obras de protesta social y política dentro y fuera de Estados Unidos.

Obras citadas

"Botero lleva a Washington una exposición sobre las torturas en Abu Ghraib". El País. 6 Nov 2007. n.a. Web. 03 Abril 2016.

"Fernando Botero y Abu Ghraib: No me pude quedar callado”. Revolución. 25 Febrero 2007. n.a. Web. 28 Marzo 2016.

García, Gabriela. "Llega Abu Ghraib: la serie de Fernando Botero sobre la tortura en Irak". La Tercera. n.f. Web. 01 Abril 2016.

Fernando Botero. Las torturas de Abu Ghraib (2004)". Amnistía Internacional. n.f. Web. 01 Abril 2016.

Museum of Contemporary Art Chicago. "Doris Salcedo". Online video clip. YouTube. YouTube, 5 mar. 2015. 2006. Web. 4 mayo 2016.

Perdomo, Alejandro. "Doris Salcedo y el Shibboleth". Premio Nacional de Crítica. Universidad d"e los Andes. 2011. Web. 14 Abril de 2016.

Pignalosa, María C. "Botero pinta a Abu Ghraib". El Tiempo. 10 Abril 2005. Web. 03 Abril 2016.

Radio Nederland. "Fernando Botero y Abu Ghraib". Online video clip. YouTube. YouTube, 22 Febrero 2008. Web. 10 Abril 2016.

Salazar, Carlos. "La Crítica como Ritual: las Grietas de Unilever". Esfera pública . 05 de abril de 2008. Web. 16 Abril de 2016.

Sorkowitz, Seymour. "Fernando Botero and Abu Ghraib Paintings". Online video clip. YouTube. YouTube, 30 mayo 2009. Web. 4 mayo 2016.

Toledo, Manuel. "Doris Salcedo: arte contra la violencia". BBC Mundo. 17 septiembre de 2007. Web. 07 Abril 2016

Valcárcel, Marina. "Doris Salcedo: El arte como cicatriz." Alejandra de Argos. 01 Marzo 2015. Web. 10 Abril de 2016.


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